¿Cómo gestionas tu capital profesional?
Hace unos días publiqué un artículo en el que mostraba el concepto de patrimonio profesional. En el texto, se mostraba un paralelismo entre la forma en que gestionamos nuestra carrera con la forma en que se gestionan los patrimonios en el mundo financiero. Así, se presentaba cómo la cartera de riqueza de cada persona estaba formada no sólo por su patrimonio inmobiliario y financiero, sino también por su patrimonio profesional. Este patrimonio profesional, comprendía todos esos activos inmateriales que existen detrás de nuestras fortalezas, del bagaje que hemos adquirido a lo largo de nuestra experiencia profesional y, finalmente, de nuestra red de contactos
De esta manera, es posible percibir nuestra riqueza profesional como un activo susceptible de gestión, pues podemos tomar decisiones para que nos proporcione la mayor rentabilidad posible y para que quede protegido de aquellas circunstancias que hacen que su valor se deprecie.
Avanzando en esta construcción, también es posible identificar perfiles a la hora de gestionar la riqueza profesional. De esta forma, encontramos a personas que presentan un perfil conservador a la hora de gestionar su riqueza, personas que lo hacen desde un perfil moderado y personas que lo hacen desde un perfil mas dinámico o agresivo.
Una estrategia conservadora es aquella que está dirigida a preservar el valor del patrimonio profesional sin que éste se deteriore. Es una estrategia defensiva que conlleva un comportamiento dirigido a evitar el riesgo. Las personas que presentan este perfil persiguen posiciones en empresas y sectores que no tengan un gran historial de despidos y rotación laboral. Sin embargo, esta aversión al riesgo les impide tomar decisiones innovadoras, que les lleven a explorar nuevos caminos profesionales, o que les motiven a ampliar los límites de sus capacidades profesionales hacia territorios desconocidos pues consideran que sólo lo conocido les salvará de exponerse a cualquier riesgo
En el extremo opuesto nos encontramos con la estrategia dinámica o agresiva. La puedes encontrar en aquellas personas que quieren obtener la mayor rentabilidad posible a la inversión que han hecho en capital humano. Ellos no se conforman con los límites de sus capacidades profesionales sino que invierten para expandir e innovar en nuevas capacidades que les ayuden a monetizar mejor su carrera. Para ello exploran territorios desconocidos y asumen riesgos impensables para las personas con presentan un perfil conservador.
Entre ambos extremos es posible encontrarnos a profesionales que presentan un perfil moderado. Pretenden conseguir un rendimiento superior al que brinda el mercado a las posiciones conservadoras, pero sin incurrir en un nivel de riesgo que pueda considerarse agresivo
Pero, ¿qué determina el perfil de cada uno de nosotros? Los expertos en finanzas citan una relación de factores que incluyen la edad, la expectativas de ingresos, las obligaciones financieras que tenemos contraídas en el presente, nuestro patrimonio actual, nuestra capacidad de ahorro, nuestra tolerancia al riesgo, nuestros conocimientos financieros y la rentabilidad que deseamos recibir de nuestro patrimonio profesional
Lo interesante de ello, es que los perfiles que hemos presentado están vertebrados por una variable común: la aversión al riesgo. Un elemento que no sólo está presente en nuestra cultura sino que está detrás de muchas decisiones que tomamos en diferentes dominios de nuestra vida (empleo, relaciones personales y familiares, decisiones financiera…)
Cuando en nuestras sesiones de coaching hablamos del cambio profesional sabemos que el miedo al fracaso siempre está presente en la mente de nuestro cliente. Y que lo único que puede detener ese miedo y mejorar esa tolerancia al riesgo es la confianza, nuestra mayor fuente de poder. Puro Mindset.
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