¿Para qué definir una Estrategia de Carrera?


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¿Qué estrategia estás siguiendo con tu Carrera Profesional? A la mayoría de mis clientes y de mis alumnos les cuesta responder a esta pregunta. El primer motivo es que, hasta hace poco, nadie percibía su carrera profesional como un activo personal que puede ser gestionado y mejorado. El segundo motivo es el conjunto de creencias erróneas que nos ha dejado el modelo de carrera profesional que ha sido dominante hasta hace un par de generaciones.

El Modelo Clásico, que nos ha acompañando durante siglos, está asociado al ciclo vital, ese itinearario que comienza con la infancia y que finaliza en los últimos años de nuestra vida. Donald Super, en su Teoría de la Elección Ocupacional, parte de que en nuestra infancia tenemos escasas ideas en torno a nuestra orientación profesional y si acaso, tal vez, algunas ensoñaciones sobre cómo será nuestra vida profesional. Sin embargo, a lo largo de nuestra adolescencia, nuestra atención y nuestra curiosidad se dirigen a una serie de actividades sobre las que acabaremos dirigiendo nuestro itinerario académico. Una vez que este itinerario educativo ha finalizado, las personas entran en el mundo laboral ocupando una posición en una organización, posición que se va consolidando con los años hasta la llegada de la jubilación. A lo largo de este proceso, el número de cambios será mínimo salvo las posibilidades de ascenso profesional que permita esa organización que ofrece un trabajo para toda la vida.

Cuando contemplamos este modelo con los ojos del siglo XXI, vemos un patrón que se ha quedado obsoleto y que ha agotado su recorrido. Sin embargo, el mindset que se desarrolló a raíz de este modelo está construido aún forma parte de nuestra cultura popular.

En primer lugar, el patrón clásico está asociado a la idea del trabajo para toda la vida que, obviamente, no ha resistido bien el paso del tiempo. Hoy en día. con el cambio que experimentamos a nivel económico, político, tecnológico o cultural no parece realista pensar que durante los treinta o cuarenta años que dura nuestra vida laboral vayamos a estar ocupando la misma posición en la misma organización.

Por otra parte, la idea de que el final de nuestra adolescencia es el momento en el que debemos decidir a qué queremos destinar nuestra vida profesional tampoco es precisamente realista en la actualidad. Es posible que la posición que ocupamos en nuestra veintena, haya dejado de satisfacer nuestras necesidades personales y profesionales a los treinta, los cuarenta o los cincuenta. Aún más si tenemos en cuenta las posibles crisis que atravesamos durante la mediana edad y que nos invitan a hacer movimientos profesionales en momentos en que sí necesitamos gestionar nuestra carrera

Otra creencia que implicaba el modelo clásico, y hoy se nos antoja errónea, es la de que no necesitamos gestionar nuestra carrera profesional, pues el Departamento de Recursos Humanos se encarga de ello. Despues de todo, es responsabilidad de este departamento definir el itinerario profesional de cada persona y establecer las necesidades de formación que se deben cubrir. Este planteamiento, tan defendible en la época en que las empresas eran longevas, se debilita en los tiempos que corren, pues las personas viven más tiempo que las organizaciones en las que trabajan y necesitan invertir en su empleabilidad más allá de las necesidades de organizaciones que son susceptibles de desaparecer en cualquier momento si es que no son absorbidas, vendidas, transformadas o reinventadas.

Finalmente, es posible encontrar en algunas personas el legado emocional que nos ha dejado este Modelo Clásico de Gestión de Carreras. Muchas personas son infelices porque su trayectoria profesional no se parece al modelo de éxito con el que se criaron: un mundo en que las personas dedicaban su vida profesional a permanecer en empresas que ofrecían un trabajo para toda la vida en un entorno en el que el cambio casi no existía

La buena noticia es que en el Siglo XXI podemos tomar decisiones estratégicas en torno a nuestra carrera profesional. Ni la edad que tengamos ni la formación que hayamos recibido nos impiden definir qué queremos hacer con nuestra vida profesional ni planificar el itinerario qué necesitamos para alcanzarlo. Como veremos en otras entradas, la carrera profesional es un capital intangible susceptible de gestión y mejora que, bien gestionada, nos puede acercar a nuestros objetivos personales y profesionales.

Toda una aventura

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